Sunday, October 28, 2012

Capítulo VIII Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación


 Del buen suceso1 que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento,2 con otros sucesos dignos de felice recordación En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra3, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra4.
http://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte1/cap08/default.htm
 
En el camino descubren unos molinos de viento, que don Quijote cree que son gigantes. Decide acometerlos, sin que le sirva de mucho que Sancho le diga que son sólo molinos.
Don Quijote los embiste y sale mal parado, atribuyendo el cambio (de gigantes a molinos) a un encantador.  Siguen camino, a Puerto Lápice, en busca de aventuras.

Pasan la noche entre unos árboles: don Quijote piensa en su señora Dulcinea.

Llegan a Puerto Lápice, y don Quijote confunde a dos frailes con dos encantadores que llevarían a una princesa cautiva (una dama vizcaína que viene más atrás en un coche).

Acomete a los frailes, y después a un escudero de la dama, que no quiere que el caballero les haga ir al Toboso (para hablar con Dulcinea).

El capítulo acaba con el combate en suspenso.

 

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