En este capítulo Don Quijote es armado caballero. Para que este
nombramiento fuese valido don Quijote le explica al ventero las razones de porque este nombramiento es absolutamente necesario. El
ventero aceptó este extraño nombramiento pensando que Don Quijote
estaba loco y que él a su vez ganaría un buen dinero. Para que este
nombramiento fuese valido las armas del caballero deberían haber sido veladas en la capilla, pero como allí no había capilla, ya que
supuestamente se estaba construyendo, pusieron a velar las armas en el
patio y de esta manera Don Quijote permanecería vigilándolas para que no se las robaran. Don Quijote se enfrentó a dos hombres que creyó que pretendían robárselas hasta que apareció
el ventero y puso paz en el asunto. Al final Don Quijote fue nombrado caballero a la
vieja usanza, dando dos toques con la espada en los hombros del
caballero. Don Quijote se marchó
al amanecer muy contento con ser ahora un caballero y todos contentos en la venta de que se hubiese ido.
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